La experiencia mexicana en salud pública
Muy lamentable que Sergio Sarmiento, destacado articulista-columnista, periodista y conductor en espacios de la televisión comercial, en fecha reciente dio a entender que nuestro país nada tiene que presumir en materia de salud pública, lo cual refleja que no tiene sólidos fundamentos para sostener su desacertada declaración, la que está fuera de la realidad y que el tema no forma parte de sus amplios conocimientos y de la información que en general nos muestra a sus asiduos lectores en todo el país, pero lo que dijo y quedó impreso en un artículo suyo se ha constituido en una ofensa para los salubristas de México, pues, a nivel internacional se conocen y se aprecian las grandes aportaciones que a ese vasto campo de la medicina han contribuido miles de mexicanos desde hace más de un siglo.
Me tomé el atrevimiento de titular este artículo con el de un libro cuya edición data de enero del 2006 y cuyos autores, todos ellos destacados salubristas mexicanos, fueron, principalmente, los médicos Manuel Urbina Fuentes, Alba Moguel Ancheita, Melba Elena Muñiz Martelón y José Antonio Solís Urdaibay. El libro forma parte de la Biblioteca de la Salud de la secretaría del ramo de México y su publicación fue auspiciada por dicha dependencia, la Oficina Panamericana de la Salud, la propia Sociedad Mexicana de Salud Pública, la Fundación Mexicana para la Salud, el Instituto Nacional de Salud Pública y el Fondo de Cultura Económica de nuestro país. Desde ya, invito al afamado Sergio Sarmiento para que se sumerja en las casi 700 páginas de esta excelente obra, con el fin de que modifique la errónea idea que dio pauta para ésta, que trata de ser una réplica en contra de su opaca visión, al tiempo que también le recomiendo la lectura del libro: “Historia Gráfica de la Medicina Mexicana del Siglo XX”, de Don Francisco Méndez Oteo y los lectores de su empresa editorial.En síntesis, la Salud Pública en México ha contribuido al incremento de la esperanza de vida de la población y a la extraordinaria reducción de los indicadores de la mortalidad en todos los grupos de edad, pero fundamentalmente y de manera contundente de la mortalidad infantil, preescolar, escolar y materna. Sin duda, las acciones de vacunación emprendidas en nuestro país desde antes de mediados del siglo XX han sido la punta de lanza y columna vertebral para semejantes logros; gracias a ellas se erradicaron la viruela y la poliomielitis, se mantienen bajo control el sarampión, tosferina, difteria, tétanos neonatal, rubeola, parotiditis, varicela, tuberculosis pulmonar y el papiloma humano; así mismo, la aplicación de las vacunas ha permitido controlar también el cólera, la posible reintroducción de la fiebre amarilla, la neumonía por neumococo en los adultos mayores, la hepatitis “B” y en los últimos años la influenza, cuya pandemia ocurrió en el periodo 2009-2010. Resultó extraordinario que tales acciones tuvieran como resultado el descenso vertiginoso de las principales enfermedades transmisibles y su desaparición dentro de las diez principales causas de mortalidad. A esto último también se sumaron las acciones para la prevención, atención y control de las diarreas y de las enfermedades respiratorias agudas en la niñez. Así mismo, la vacunación antirrábica canina ha sido importante para el control de la Rabia en canes y en humanos.
Imposible dejar de recordar la erradicación del mal del pinto, la eliminación de la oncocercosis y la significativa reducción de casos y muertes por paludismo.
Agrego, la importante intervención de los salubristas en las acciones del programa de planificación familiar que han permitido un mejoramiento en las condiciones de vida de las familias, al tiempo que se regula el crecimiento de la población en México; a ello se suman la detección del VIH-Sida y de las enfermedades de transmisión sexual, la implantación del tamiz neonatal en las primeras horas de vida, el impulso a la lactancia materna, las medidas de prevención para evitar el tabaquismo, el sobrepeso y la obesidad, la hipertensión arterial, la diabetes mellitus y el cáncer cérvico uterino, mamario y prostático. Aún hay mucho más, pero me basta con afirmar que México ha sido un modelo a nivel mundial y un líder en materia de Salud Pública.
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