¿Otra vez en semáforo amarillo? (*)

 Hace un año, al 21 de julio, oficialmente se vertió la información de que en México teníamos, de Covid-19: 356,255 casos confirmados, existían casi 30 mil activos estimados y 40,400 personas habían fallecido; 945 en las últimas 24 horas. Estábamos en la ruta no deseable de arribar a la cifra de 60 mil defunciones, que en palabras del Dr. López-Gatell “sería catastrófica”. En todo el país cada gobernador y su equipo de salud trataban de implementar una serie de medidas para controlar, en lo posible, la evolución de la pandemia para proteger a su población; no había uniformidad en el manejo epidemiológico y sanitario, aunque en la totalidad de las entidades federativas ya se había iniciado la llamada “reconversión” para garantizar la suficiencia de camas, en un intento por brindar atención médica con prioridad a pacientes en situación crítica; eso, por supuesto, que sería, a la larga, una seria limitante para proporcionar servicios hospitalarios a las personas con otro tipo de patologías, como ha sucedido hasta la fecha.

En Oaxaca, particularmente en la capital del estado, las medidas adoptadas incluyeron la cancelación de la tradicional Guelaguetza en los dos “Lunes del Cerro”; eso significó que por primera vez ocurriera un hecho de esa magnitud, pero además, todos los espacios públicos para la práctica deportiva cerraron sus puertas, aunque tal decisión se había tomado desde hacía casi cuatro meses. Por supuesto que los gimnasios particulares también se vieron obligados a suspender sus actividades, y lo más sorprendente, los parques y jardines fueron incluso acordonados, si tal es el término aceptable, de tal manera que la Alameda de León y la Plaza de la Constitución, conocida popularmente como el Zócalo, al igual que “El Llano”, estaban casi prohibidos al paso de los transeúntes. Además, por lo que podríamos denominar como “veda comercial”, pues únicamente podrían brindar servicio los llamados giros esenciales, resulta que todos los restaurantes, hoteles, cantinas, bares y los denominados antros, fueron objeto de parálisis total. Hasta los establecimientos con venta de artesanías dejaron de tener vida. Por esa razón el centro neurálgico de la ciudad estaba prácticamente muerto, como un ejemplo de que lo se vivía en todo el municipio y sus agencias.

A partir de que dio inicio el uso del llamado “semáforo epidemiológico” en nuestro país, con los clásicos colores verde, amarillo, naranja y rojo, Oaxaca ha cubierto cada uno de ellos en alguna etapa de la evolución de la pandemia. Ha estado integrado a un buen número de estados que en su momento fueron calificados con un determinado color, pero en una serie de altibajos ha vuelto, como ahora, del verde al amarillo, situación que lamentablemente conduce a la necesidad de implementar medidas cuyos efectos ya estaban en vías de superarse, me refiero a aquellos que tienen que ver con el desarrollo económico, más aun cuando nuestra entidad es un polo de atracción turística reconocida a nivel internacional.

Con un mes de mantener el semáforo en color verde, la vida en la ciudad de Oaxaca de Juárez había impulsado a la población hacia la completa reanudación de sus actividades normales, y como mis desplazamientos en la misma me permiten observar el cumplimiento de las medidas de protección higiénica, tengo la impresión de que quienes las han desacatado son los visitantes nacionales y de otros países que han arribado con motivo del periodo vacacional de verano, así como la población de jóvenes que sin medir las consecuencias de sus actos acuden a los llamados antros a divertirse, haciendo a un lado el uso del cubrebocas, alcoholizándose hasta perder el control en un ambiente cerrado donde se descuida la sana distancia. Pero también los adultos y familias enteras han acudido de manera tumultuaria a toda clase de festejos en sitios cerrados, con poca ventilación, incluidos los restaurantes, donde se han relajado las acciones de prevención de la Covid-19. Corresponde a las autoridades la solución inmediata de este problema, para frenar la tercera ola. Excelente, aunque lastimoso, que se haya suspendido otra vez nuestra Guelaguetza.

(*) Al momento de preparar este artículo Oaxaca estaba en color amarillo en el semáforo epidemiológico nacional (jueves 22 de julio 2021), al día siguiente oficialmente se modificó al color naranja.

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