¡A fortalecer el sistema nacional de salud!
La Sociedad Mexicana de Salud Pública celebró su 73a Reunión Anual, del 19 al 22 de noviembre del 2019 en las excelentes instalaciones del Centro de Convenciones de la Ciudad de Pachuca, Hgo. En su magnífica disertación “Sistema de salud: su historia, su presente, ¿hacia dónde?”, el Mtro. Salomón Chertorivski Woldenberg, la complementó con datos contundentes generados por las dependencias oficiales del gobierno federal. Tomo algunos de ellos para justificar, de algún modo, las sugerencias con las que voy a concluir el presente artículo. Parto de la infraestructura existente en ese entonces: más de 23 mil unidades de salud, de ellas 21,180 de primer nivel y 1,366 hospitales; casi 90 mil camas censables (1.6 por cada 1,000 habitantes, menor al promedio de la OCDE: 4.8); más de 215 mil médicos (2.2 por cada 1,000 habitantes, por debajo del promedio de la OCDE de 3.3); casi 308 mil enfermeras (3.3 por cada 1,000 habitantes, inferior al 9.1 de la OCDE).
Pues bien, a pesar de los magros indicadores en materia de recursos humanos profesionales comparados con los de la OCDE, el sector público de la salud ofrecía anualmente resultados como los siguientes: más de 334 millones de consultas, más de 4.3 millones de intervenciones quirúrgicas y casi 6 millones de admisiones hospitalarias; y el recuento diario era en promedio de 4,500 nacimientos atendidos, 12,000 cirugías, 100 mil urgencias y 16 mil hospitalizaciones. Según datos del 2016 el Sistema de Protección Social en Salud, conocido como Seguro Popular tenía a 52.8 millones de afiliados, el IMSS a 46.5 millones y el ISSSTE a 7.7. Otra fuente señala el registro del 45.3% de la población afiliada a servicios de salud en el Seguro Popular, el 35.4% al IMSS y el 7.0% al ISSSTE (CONEVAL. 2018).
El problema ha radicado en que el 88% del gasto en salud se ha destinado a sostener los servicios que brindan las unidades del 3er nivel (Hospitales de Especialidades, Hospitales Regionales de Alta Especialidad, Institutos Nacionales de Salud), los que atienden al 1.5% de la población mexicana que se enferma de patologías que se complican y por lo mismo su atención rebasa la capacidad resolutiva del 2º nivel. En ellos el país invirtió, en el 2013, alrededor de 157.2 miles de millones de pesos, mientras que entre el 1o y 2º niveles de atención, donde acude el 98.5% de la población (4% en los hospitales generales), los recursos que se destinan a ellos son del orden de los 18.3 miles de millones de pesos. (Fuente: Dirección General de Información en Salud. SSA). Es decir, la preocupación se ha dirigido a la atención curativa y se ha dejado de lado la prevención, los servicios de primer contacto donde se desarrollan las acciones de fomento y educación para la salud y un sinnúmero de medidas dirigidas a evitar las enfermedades, como sucede con la vacunación, y si ocurren aquellas, se establece, en su caso, el diagnóstico temprano, se resuelven la mayoría de ellas y luego de su curación se prosigue con la rehabilitación física y mental de los pacientes para su reincorporación a su ambiente familiar, laboral y social. En suma hay inequidad en la distribución del presupuesto en salud.
Pero hoy se invierte menos dinero en salud (2019). Todavía en el 2012 representó el 7% del PIB, pero actualmente significa el 5.5%, encontrándose entre los más bajos de los países de la OCDE. Según este organismo la cobertura de seguro de salud para las poblaciones vulnerables ha mejorado, pero persisten las brechas y lo que es todavía peor, la cobertura de un conjunto básico de servicios de salud en México es la más baja de la OCDE con 89.3%. Así mismo, los gastos de bolsillo siguen siendo altos, con un 41% del gasto total en salud. (Health at a Glance. 2019. México. OCDE).
La experiencia de la pandemia obliga al gobierno federal a replantear una nueva reforma en materia de salud, dirigir los esfuerzos de la nación para un fortalecimiento real de la infraestructura y es imprescindible alcanzar, por lo menos la media de los indicadores de la OCDE en relación a los recursos profesionales que se requieren. Para ello es vital elevar el gasto en salud a un mínimo de 8.8 del PIB (Promedio OCDE. 2018).
El problema ha radicado en que el 88% del gasto en salud se ha destinado a sostener los servicios que brindan las unidades del 3er nivel (Hospitales de Especialidades, Hospitales Regionales de Alta Especialidad, Institutos Nacionales de Salud), los que atienden al 1.5% de la población mexicana que se enferma de patologías que se complican y por lo mismo su atención rebasa la capacidad resolutiva del 2º nivel. En ellos el país invirtió, en el 2013, alrededor de 157.2 miles de millones de pesos, mientras que entre el 1o y 2º niveles de atención, donde acude el 98.5% de la población (4% en los hospitales generales), los recursos que se destinan a ellos son del orden de los 18.3 miles de millones de pesos. (Fuente: Dirección General de Información en Salud. SSA). Es decir, la preocupación se ha dirigido a la atención curativa y se ha dejado de lado la prevención, los servicios de primer contacto donde se desarrollan las acciones de fomento y educación para la salud y un sinnúmero de medidas dirigidas a evitar las enfermedades, como sucede con la vacunación, y si ocurren aquellas, se establece, en su caso, el diagnóstico temprano, se resuelven la mayoría de ellas y luego de su curación se prosigue con la rehabilitación física y mental de los pacientes para su reincorporación a su ambiente familiar, laboral y social. En suma hay inequidad en la distribución del presupuesto en salud.
Pero hoy se invierte menos dinero en salud (2019). Todavía en el 2012 representó el 7% del PIB, pero actualmente significa el 5.5%, encontrándose entre los más bajos de los países de la OCDE. Según este organismo la cobertura de seguro de salud para las poblaciones vulnerables ha mejorado, pero persisten las brechas y lo que es todavía peor, la cobertura de un conjunto básico de servicios de salud en México es la más baja de la OCDE con 89.3%. Así mismo, los gastos de bolsillo siguen siendo altos, con un 41% del gasto total en salud. (Health at a Glance. 2019. México. OCDE).
La experiencia de la pandemia obliga al gobierno federal a replantear una nueva reforma en materia de salud, dirigir los esfuerzos de la nación para un fortalecimiento real de la infraestructura y es imprescindible alcanzar, por lo menos la media de los indicadores de la OCDE en relación a los recursos profesionales que se requieren. Para ello es vital elevar el gasto en salud a un mínimo de 8.8 del PIB (Promedio OCDE. 2018).
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