¿Aparentemente sano?


En una de sus visitas a México proveniente de la ciudad de París donde entonces residía, María Félix, la extraordinaria diva de nuestro país, reconocida internacionalmente y a la que se le nombraba de manera coloquial como “La Doña”, accedió a tener una entrevista más, en vivo, en el estudio del famoso noticiero estelar “24 horas” del no menos prestigiado, periodista y comentarista Jacobo Zabludovski Kraveski, fallecido el dos de julio del 2015. Como siempre, el experimentado conductor de lo que hoy es Televisa, trató de ser lo más caballeroso y amable en su trato con la hermosa actriz, pero la presencia de esta le imponía, como sucedió con no pocos varones de su época. Hubo un momento, ya en confianza, que Jacobo la galanteó con una pregunta más o menos semejante a esta:… “¿Cómo le haces para conservarte tan bien, para lucir tan bella?”, a lo que ella le contestó de inmediato… “¡Jacobo, no te fíes de lo que ves, porque yo puedo ser como las tumbas de Jerusalén, blancas por fuera aunque por dentro están llenas de podredumbre!” Cuánta verdad encierra esa respuesta, pues en la vida real podemos aparentar una imagen física y mental de bienestar que nos hace parecer saludables ante los demás y sin embargo ignoramos algún mal que ya se está gestando en nuestro cuerpo, el grado de evolución que ya tiene y cuándo y cuál va a ser nuestro destino final.

La mayoría de la población, sobre todo la que vive en los países con menor grado de desarrollo, con todos los indicadores de la salud y del bienestar en contra, es decir negativos, no muestra ninguna preocupación por su salud hasta que llega a sufrir alguna patología que la conduce de súbito al médico o de plano al servicio de urgencias y en su caso de hospitalización, en donde no pocas veces ya es demasiado tarde para brindarle una atención que le lleve a recuperar su salud. Es decir, no existe una cultura médica de prevención entre la población de ese nivel, pero también podemos observar esa carencia en estratos sociales superiores.

En el caso de los menores de edad existe el Programa Nacional del Niño Sano. Forma parte de todo el paquete de la llamada Atención Primaria de la Salud y generalmente se ofrece en las unidades médicas de los dos primeros niveles de atención. Su objetivo es detectar cualquier alteración física o mental en la niñez, desde el nacimiento hasta la edad de 15 años. Se inicia después del parto con la aplicación de gotas o pomada en los ojos para prevenir o evitar una infección bacteriana; además, se aplican a la criatura inyecciones de vitamina K para prevenir el sangrado por deficiencia de dicha vitamina. Luego se inyecta al niño la vacuna BCG para prevenir la tuberculosis pulmonar. Así mismo, se practica el llamado tamiz neonatal para detectar, diagnosticar e iniciar tratamiento oportuno ante la presencia de trastornos metabólicos. Esta etapa es propicia para detectar otro tipo de padecimientos: de la visión, cardiopatías, hernias, neuropatías, nefropatías, ausencia del ano, etc. Más tarde, se incorpora a un programa de vacunación muy amplio de acuerdo a su edad. En el ínterin, las madres de familia deben presentar a sus hijos a consulta para continuar la vigilancia de todo tipo de patologías, entre las que destacan las neoplasias malignas (una de ellas muy frecuente: la leucemia) y también para atención bucodental.

Los adolescentes y adultos debieran continuar con su control físico y mental, apoyado con los estudios de laboratorio y gabinete que indiquen los médicos. Lo importante es la detección oportuna de una gran variedad de enfermedades que ni se imagina el común de la población y, de ser posible, recibir el tratamiento adecuado. Existen enfermedades de curso silencioso pero son unas verdaderas asesinas cuando no se les detiene a tiempo: cáncer, cardiopatías, hipertensión arterial, diabetes mellitus, obesidad, el hiper y el hipotiroidismo, las hepatitis, la cirrosis hepática que puede terminar en un carcinoma, algunas enfermedades de transmisión sexual (gonorrea, sífilis, virus del papiloma humano). En fin, es una impresionante variedad de patologías. Por ello, no hay que dejarse llevar por las apariencias. “Caras vemos, adentro no sabemos”.

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