Aborto y objeción de conciencia

Primeramente, la Suprema Corte de Justicia de México tomó la decisión de despenalizar el aborto el pasado 7 de septiembre. Su presidente, el ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea expresó entonces: “A partir de ahora no se podrá procesar a mujer alguna que aborte en los supuestos considerados por este tribunal”; “se trata, dijo, de una nueva ruta de libertad, claridad, dignidad y respeto y un gran paso en la lucha histórica por la igualdad y el ejercicio de sus derechos”. /Carmen Morán Breña y Almudena Barragán. El País. 07 sep. 2021. Luego, el día 20 del mismo mes, la mayoría de los ministros del máximo tribunal constitucional del país y cabeza del Poder Judicial de la Federación, invalidó la figura de la objeción de conciencia del personal sanitario frente al aborto, la cual estaba contemplada en la Ley General de Salud, confirmándose al día siguiente esa decisión, por lo que será el Poder Legislativo el que deberá modificar el apartado 10 Bis que se agregó en mayo del 2018 y que expresa que “el personal médico y de enfermería que forme parte del Sistema Nacional de Salud, podrán ejercer objeción de conciencia y excusarse de participar en la prestación de servicios que establece esta Ley”, y “cuando se ponga en riesgo la vida del paciente o se trate de una urgencia médica, no podrá invocarse dicha objeción, y en caso contrario se incurrirá en la causal de responsabilidad profesional”. /Francisco Maneto. El País. 21 sept. 2021.

De acuerdo con el Dr. Fidel Herminio López López (“Principios de Derecho Médico. Capítulo XIV. Págs. 241-249), “Aunque el reconocimiento jurídico varía en diferentes países, este derecho humano universal significa que, ante un auténtico conflicto de conciencia, existe un derecho de las personas a negarse a actuar en contra de sus propios valores y creencias, lo que se constituye en Objeción de Conciencia, el que es más que un derecho moral, pues en algunos países se cobijan de fundamentos legales, y por tanto es un derecho de cada persona a construir su propia escala de valores y de actuar con fidelidad a la misma, pudiendo oponerse a acciones que violenten su conciencia y atentando así contra su dignidad, integridad moral y autonomía”.

Desde que la Asamblea Legislativa del Distrito Federal despenalizó el aborto y reformó el Código Penal para que las instituciones realizaran la interrupción del mismo antes de las 12 semanas de gestación, con la simple razón de que la mujer embarazada no podría continuar en esa situación biológica por sus personales decisiones, se estableció una intensa discusión de diversos grupos a favor y en contra. Con la aprobación señalada, a partir del 2007 y luego que transcurrió una década, se realizaron en la hoy Ciudad de México 176, 353 abortos, habiéndose atendido mujeres de diversas entidades del país e incluso extranjeras, de las cuales 5.6% eran menores de edad, 39.9% cursaban preparatoria, 33.9% secundaria, 17.3% estudios superiores, 7.9% primaria y 1.7% sin estudios.

La realidad es que tenemos dos grupos antagónicos, por un lado el representado por las embarazadas que exigen su derecho a decidir no continuar con su gestación y por la otra el personal de salud que esgrime su objeción de conciencia como un derecho también, para no practicar tales abortos. Existen organizaciones sociales y la iglesia católica que luchan en contra de lo aprobado por la Suprema Corte de Justicia. Por su parte, el gremio médico que está decidido a no renunciar a sus principios bioéticos y morales, ha optado por el amparo. Es el devenir de los tiempos que nos tocó vivir. Hasta hace poco era impensable la despenalización de la marihuana en el mundo y México no es la excepción. ¿Es este el camino apropiado hacia la perfección humana? ¿Podemos decir que es signo de una sociedad civilizada? ¿Es esto lo que heredaremos a las actuales generaciones y a las que están por venir? ¿O es una franca declinación hacia su descomposición y deterioro final? Yo francamente no lo sé, pero dado a que gozo de mi libertad de expresión confirmo aquí lo que mi profesión como médico me obliga, a disentir de todo aquello que amenace la salud y la vida individual y colectiva. ¿Y Usted, qué opina?

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