Oaxaca la otra cara de la moneda

 La excelente representación artística en los dos “Lunes del Cerro” de cada año en el auditorio de la Rotonda de la Azucena, construido ex profeso en el cerro de El Fortín de la capital del estado, permite el disfrute de una concurrencia de más de 11 mil espectadores para admirar cada año las danzas y otras expresiones artísticas de las ocho regiones de la entidad oaxaqueña. Un porcentaje significativo de los asistentes procede de la Ciudad de México, de otros estados de nuestro país y del extranjero, el resto son visitantes locales de la región de los Valles Centrales y del interior de la entidad. Ese hermoso festejo con su impresionante pirotecnia al concluir cada presentación nocturna, la muy variada y deliciosa gastronomía en restaurantes, fondas y mercados, la belleza del llamado centro histórico de la capital, de sus templos que datan desde el tiempo de la Colonia, de los “barrios” tradicionales como Xochimilco y Jalatlaco, así como los sitios contemplados en las guías para la visita obligada a Monte Albán, Mitla, Yagul, Dainzú, Lambytieco, y a municipios donde se elaboran artesanías como San Bartolo Coyotepec, Santa María Atzompa, Santo Tomás Jalietza, San Martín Tilcajete, San Miguel y Santa Ana del Valle, o a las cabeceras municipales como Santa María de El Tule, Ocotlán de Morelos, San Jerónimo Tlacochahuaya, San Andrés Huayapam y Tlacolula de Matamoros; a lo anterior hay que agregar el desarrollo de un extenso programa artístico, cultural y de diversas exposiciones organizado por las dependencias gubernamentales para deleite de los visitantes; todo ello son las galas que muestran el bello rostro del estado de Oaxaca ante propios y extraños.

Pero en la otra cara de la moneda tenemos que quienes nos visitan seguramente saben algo de la entidad, pero no tienen ningún interés en recordarlo, o de plano lo ignoran y por supuesto no lo palpan durante su estancia: el otro rostro de Oaxaca, cuyos indicadores de bienestar más recientes lo colocan en los últimos lugares del desarrollo a nivel nacional, codo con codo con los estados de Chiapas y Guerrero.

Basta saber que el 61.7% de la población del estado se encuentra en situación de pobreza y otro 20.6% en pobreza extrema, o sea, que tan solo 17.7% de los 4.2 millones de los que habitamos esta entidad expulsora de otros tantos, con una extensión territorial de 93,757 kms cuadrados no encajamos en esos niveles. Datos del INEGI 2020/2021. Es decir, los oaxaqueños son pobres entre los pobres de este país y concuerda con la declaración de Publímetro (Arias consultores 14 de marzo del 2022) cuando señala que apenas el 20.8% de la población considera que su calidad de vida es buena, considerándose que esta última es la más baja a nivel nacional, y a pesar de ello el 75.6% expresaron que viven de una manera regular y 3.7% la consideran como mala, lo que pareciera ser demasiado optimismo en una sociedad crónicamente masoquista, lo cual contrasta con el dato de que manteníamos en el 2020 una esperanza de vida al nacer de 74.6, que no es nada despreciable si lo comparamos con la del país, de 75.0 (antes de la pandemia; ahora se calcula en 71.5).

Si se revisan los indicadores del bienestar del 2020, casi en todos los rubros Oaxaca ocupa uno de los tres últimos lugares de la tabla nacional, entre los que sobresalen educación y salud. Al respecto tenemos 8.3 años promedio de escolaridad, 15.0% de deserción escolar, una eficiencia terminal en educación media superior del 62.8%; además, solo el 63.1% de la población tenía acceso a servicios de salud cuando existía el Seguro Popular; la inmensa mayoría se emplea en la informalidad; tasa de mortalidad infantil de 23.1% por cada mil nacidos vivos, cuando en el país es de 12, y una elevada mortalidad materna de 88 defunciones por cada 100 mil nacidos vivos.

Finalmente, el significado de la Guelaguetza posiblemente se ha aplicado en las comunidades que integran los 16 grupos étnicos desde hace siglos; a pesar de sus paupérrimas condiciones de vida organizan festejos de índole pagano religioso durante el año con otros fines. Esa es la cruda realidad. Mientras unos disfrutamos de parte de su cultura la inmensa mayoría sobrevive en situación de miseria.

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