Prometo amarte en la salud y en la enfermedad

 En los últimos años mi esposa y yo hemos asistido, en calidad de invitados a la celebración del 50ª Aniversario Matrimonial de varias parejas, unos, familiares nuestros y otros, amistades de muchos años, evento que se conoce socialmente como “Bodas de Oro”. Matrimonios que, cinco décadas atrás, al momento de haber formalizado su relación durante la ceremonia religiosa católica correspondiente, con el apoyo del sacerdote y la presencia de familiares y asistentes a tan importante acto, se juraron lealtad y respeto con la clásica expresión: …”Prometo serte fiel, amarte, cuidarte y respetarte, en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida”. Como ejemplo de esos dignos matrimonios de cinco décadas o más, recuerdo a los de la Enfermera Teresa Sánchez Calderón y Don Humberto Hernández Trigo, el de mi hermana María del Rosario Ramírez Almanza y mi cuñado Enrique Nevew Díaz, también el del Dr. Fidel Herminio López López y la Enfermera Yolanda Juárez Ruiz, y más recientemente el del Dr. Hugo Ramírez Cervantes y la Enfermera Evelia Luna Bautista. Ejemplos de vida conyugal cincuentenaria lo fueron también los padres de mi esposa y los míos. Actualmente es casi imposible que los contrayentes por la vía religiosa o civil, o por ambas, perduren unidos tan solo una década, porque el porcentaje de divorcios es cada vez más elevado, como lo muestran los datos del INEGI, pues en 2011 por cada 100 matrimonios se registraron 16 divorcios; en 2015 dicha cifra fue superior a los 20 divorcios, volvió a elevarse la tasa a 32 en 2019, luego en 2020 la pandemia de COVID-19 supuestamente justificó una disminución de tales hechos a 28; sin embargo, para el 2021 el dato fue de 33 divorcios por cada 100 matrimonios.

Las famosas promesas no siempre se cumplen ad integrum, quedándose tan solo en un rito nupcial en infinidad de matrimonios. Los que llegan a celebrar sus Bodas de Oro o más, si lo hacen religiosamente se dice que en dicho acto “renuevan sus promesas de cuando contrajeron matrimonio”; la verdad es que haber logrado esa extraordinaria convivencia y llegar a celebrarla con los hijos, nietos, bisnietos, demás parentela y amistades invitadas, desde mi punto de vista ya no requiere expresarse durante la mencionada ceremonia, pues la pareja ha demostrado que ambos lograron adaptarse el uno con la otra, con el manejo conjunto de infinidad de situaciones buenas y malas, y que como resultado de ello finalmente terminarán sus vidas hasta que la muerte los separe. Ese acto litúrgico es más bien de fe, de agradecimiento al Creador y se patentiza ante el propio sacerdote que lo oficia y ante todos los asistentes al mismo. Es obvio que para alcanzar la longevidad del matrimonio se requiere no solo el consabido amor que mantiene viva la flama de la unión, del que se deriva la comprensión, la paciencia, el desprendimiento, la diaria comunicación y los bellos detalles, así como una especie de factor suerte, y la fortaleza física y mental de los dos para superar toda clase de obstáculos.

Quienes celebran sus Bodas de Oro con toda seguridad tuvieron que sortear enfermedades o situaciones críticas emergentes con angustia, estrés, dolor y sufrimiento, que bien pudieron terminar en la muerte de uno de los miembros de la pareja o de ambos. Apoyar totalmente al compañero (a) de vida en situaciones difíciles es lo que engrandece y hace que perdure la relación. En los ejemplos que señalé al inicio seguramente se cumplió en ellos ese signo de lealtad y de fiel cumplimiento a una de las principales promesas y juramentos a los que se comprometieron el día de su boda. Al respecto, uno de los principales motivos de la separación de una pareja es el que uno de ellos determine la conclusión de su matrimonio y deje a su suerte al otro u otra, con o sin hijos. Doy gracias a Dios y a la vida que mi esposa, Araceli, hace honor a su apellido paterno, pues ha sido un Ángel para mí, habiendo soportado no pocos momentos difíciles relacionados con mi salud, como ahora, estando siempre a mi lado en nuestros casi 50 años de matrimonio. Finalmente, los eternos enamorados son un ejemplo a seguir para su familia y para la sociedad.

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