Zoe Robledo aspira a gobernar Chiapas. ¿Y el IMSS Bienestar qué?

Zoe Alejandro Robledo Aburto, director general del Instituto Mexicano del Seguro Social, anunció el pasado 14 de junio que se separará del cargo para buscar la candidatura de Morena a la gubernatura de Chiapas. Apenas el 22 de mayo cumplió cuatro años desde que tomó posesión de tan importante cargo federal al sustituir al hoy Senador Germán Martínez Cázares, quien renunció cuando apenas se había desempeñado cinco meses como titular del IMSS, por causas que no es preciso aclarar en este artículo. Zoe, nació el 19 de enero de 1979 (hoy con 44 años de edad) en Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de Chiapas, es hijo del ex gobernador de esa entidad Eduardo Robledo y de Alejandra Aburto. Cursó sus estudios de educación básica en dicha ciudad del sureste mexicano y su trayectoria académica incluye estudios superiores en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), tan vilipendiado por Andrés Manuel López Obrador, AMLO, y, dadas sus nobles y justas aspiraciones (contrarias a la forma de pensar de este último, tal vez por sus profundos y rencorosos prejuicios), desarrolló estudios por la George Washington University, la Universidad Complutense de Madrid y la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, de la Universidad de Harvard, además de haber cursado la Maestría en Derecho por mi ilustre Universidad Nacional Autónoma de México, también objeto de denostación por AMLO a pesar de que estudió en ella la que le resultó una licenciatura muy larga de concluir. No obstante lo anterior, se ha especializado en temas de política internacional, procesos electorales, estrategia política y tendencias sociales. Al momento de asumir su actual cargo era miembro de la Academy of Political Science y de la International Association of Political Consultants.

Un joven muy estudioso y centrado en su desarrollo profesional resultó esta brillante promesa de nuestro país cuando, como paso previo a su lanzamiento a las ligas mayores de la administración federal ocupó una senaduría por su estado y luego la subsecretaría de gobierno al lado, nada más y nada menos que de Doña Olga Sánchez Cordero, entonces Secretaria de Gobernación. Zoe Robledo, ha sido una joya en el equipo de AMLO, muy superior al Dr. Hugo López-Gatell, quien ya debiera de haber dejado la flamante y delicada responsabilidad que le fue conferida por el propio AMLO el 1º de diciembre del 2018. Al frente del IMSS Régimen Ordinario y de su complemento, el IMSS Bienestar, al que tantas veces se le ha cambiado de apellido desde su creación en 1979 con el nombre inicial de IMSS COPLAMAR, el Maestro Zoe ha demostrado ser un elemento valioso, serio, centrado y carismático, que ha conseguido mantener y aún elevar al Instituto en sus manos, ganándose el reconocimiento de los integrantes de su Consejo de Administración y de los propios usuarios, a pesar de haber sufrido los efectos de la pandemia de Covid-19 durante los tres años desde su duración y de que él mismo padeciera dicho Síndrome al poco tiempo de haber tomado posesión del cargo. Ha sido tan eficiente su desempeño que me atrevo a deducir que ese fue uno de los factores de la mayor relevancia para que el propio AMLO prefiriera al IMSS y no a la SSA para reemplazar al fracasado INSABI. Ahora, el IMSS Bienestar se apresta a fortalecer la infraestructura, cobertura y calidad de los servicios de salud en beneficio de aproximadamente 58 millones de mexicanos en todo el país. AMLO sigue con la falsa idea de que en este mismo año tendremos un sistema nacional de salud igual o superior al de Dinamarca y que ese logro lo hará posible el IMSS Bienestar. Cree, erróneamente, que dicho sistema funcionará con suficiencia de equipamiento, médicos y medicamentos, sin tomar en cuenta que elementos de múltiples disciplinas profesionales y técnicas son indispensables para lograr que la maquinaria de la salud funcione. Además, hay que realizar una reingeniería en los servicios estatales de salud, poner en ellos orden y disciplina y vigilar que se cumplan las condiciones generales de trabajo. Pero si Zoe Robledo se va, dejará inconclusa la obra y la duda, ante el fracaso, de si este fue culpa de esa desafortunada decisión.

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