Mi examen profesional hace 50 años. 2a parte
El escenario es el gran Salón de Exámenes Profesionales de la Facultad de Medicina de la UNAM, (ahora ya no existe), situado en el 6º piso del edificio B. Ha dado inicio ese solemne acto con 30 mesas para otros tantos sustentantes y en cada mesa tres sinodales, connotados médicos y profesores de la propia Facultad, todos con toga y birrete. Si algún ingenuo llegó a pensar que únicamente le preguntarían acerca del tema que le tocó en suerte, se equivocó rotundamente pues los sinodales, presidente, secretario y vocal, hicieron cera y pabilo a los examinados al penetrar al amplísimo campo del conocimiento médico, pues de un solo tema podrían derivarse otros cuestionamientos relacionados con la fisiología, con la anatomía, epidemiología o con la patología de aparatos, órganos y sistemas. Me defendí como pude y no dejé de contestar ninguna pregunta con la idea de mantenerme firme y seguro en lo que afirmaba o negaba. Al final de cuentas, transcurrida más de media hora de preguntas y respuestas y de observar el nivel de mi juicio crítico y analítico como futuro médico, por fin concluimos. El presidente de la mesa le preguntó a los otros dos: ¿Cómo vieron al examinado?, ¿Lo aprobamos o le pedimos que vuelva a prepararse mejor?, a lo que casi al unísono contestaron ¡Por supuesto que lo aprobamos! Dicho lo anterior, los tres se pusieron de pie y me ordenaron que hiciera lo mismo. El presidente del Jurado tomó la palabra para decirme con emoción: ¡Bienvenido colega, muchas felicidades por su magnífico examen!, se firmaron los documentos oficiales y luego recibí un abrazo de cada uno de ellos.
Prácticamente se terminó el acto de manera simultánea. Enseguida los examinados, nos colocamos de pie frente de la mesa de honor. Me parece que solo uno no aprobó el examen, ofreciéndole la oportunidad de volverlo a presentar en seis meses. El más brillante recibió el honor de dar lectura al Juramento Hipocrático al que protestamos cumplir, levantando nuestro brazo derecho. Las imágenes de todo el evento quedaron grabadas por la lente de los fotógrafos oficialmente autorizados para ello. De eso no nos dimos cuenta hasta que nos mostraron y ofrecieron su material cuando ya estábamos fuera del salón. Nos tomamos una placa panorámica de grupo en la terraza de ese piso y los que fueron acompañados de inmediato recibieron los primeros abrazos de felicitación. Me despedí efusivamente de todos los examinados y con mis documentos y fotografías me dirigí ipso facto hasta el domicilio de mi familia. La primera que vi fue a mi madre, a la que a rajatabla le informé que ya había un médico en la familia. Con tal noticia quedó estupefacta porque nadie sabía que había llegado a la Ciudad de México desde tres días antes para presentar mi examen profesional.Efectivamente, con 72 horas de anticipación me hospedé en un sencillo hotel cerca del centro histórico. Llegó un momento en que ya no resistí tanto la presión del examen y no quise seguir repasando libros o apuntes; lo que hice, para disminuir el estrés fue adquirir varias historietas de monitos y ver la televisión. Ni a la que hoy es mi esposa y entonces novia, le confié mi aventura. Con ello, quiero decir que a nadie le avisé de tan relevante acontecimiento en mi vida. El día del examen me puse de pie desde las cinco de la mañana y sin más, dos horas y media más tarde ya estaba en el sexto piso de la Facultad en donde pasé lista de presente. Mi familia me organizó un humilde ágape en casa. Todo eso ocurrió en 1973. Se precipitaron los siguientes acontecimientos: ingresé, con fecha 1º de septiembre, como servidor público en la oficina central de los entonces Servicios Coordinados de Salud Pública del Estado; luego el tres de septiembre, cumpleaños de mi esposa le pedí matrimonio y contrajimos nupcias el 17 de noviembre.. Por lo pronto, este 23 de agosto cumpliré 50 años de mi examen profesional, el cual recuerdo con mucha emoción y lo celebraré con mi familia y por separado con un condiscípulo de mi generación y con quien compartí la experiencia del internado médico de pregrado en el Hospital General de Zona No. 1 del IMSS, y su gentil esposa; Nos une con ellos, más que una temporal amistad. Todo ello en tan poco tiempo.
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