Debemos votar por nuestra libertad
Hace casi seis años millones de conciudadanos que creemos en la democracia acudimos a las urnas a ejercer nuestro derecho a votar y con ello cumplir con un deber cívico. Sabíamos que el candidato a la presidencia de la República, el abanderado de un nuevo partido, Morena, sería el ganador de tales comicios sexenales y también sabíamos que antes de fundar ese instituto se había iniciado en la política como miembro del Partido Revolucionario Institucional, PRI y luego, al lado de otros disidentes a este terminaría por integrarse al ya existente Partido de la Revolución Democrática, al que llegaría a dirigirlo, adquirir fama y por él lograr la gubernatura de la capital del país a pesar de no cumplir con el requisito de nacimiento, y luego catapultarse hacia la presidencia de México, lo cual no logró por el PRD y sí por el partido que el mismo fundó ya muy avanzado este siglo. Su sorprendente victoria del dos de julio del 2018, con 30 millones de votos a su favor, trajo como consecuencia que una oleada de esperanza invadiera el país dada el centenar de promesas y compromisos que aparentemente de buena fe hizo durante sus recorridos en la última de sus campañas por la presidencia.
No tuvo que pasar mucho tiempo para que iniciara el desencanto de un amplio sector de la ciudadanía al darnos cuenta del grave error cometido al depositar nuestro voto en las urnas para que avasallara a los candidatos de una oposición endeble, que incluía a los partidos que ya habían tenido la oportunidad de gobernarnos y que no demostraron la capacidad suficiente para llevarnos a mejores estadios a nivel mundial. El fracaso del gobierno de Enrique Peña Nieto condicionó el arribo del que llegó a considerarse una especie de “mesías”, para una gran mayoría que votó aquel lejano dos de julio, pero también como “un peligro para México” por sus opositores, frase que luego de más cinco años cada día se admite como efectivamente cierta, al grado de considerar a AMLO como un resentido, el presidente de un Estado fallido y el peor en la historia nacional.La 4ª Transformación resultó ser una falacia porque en la realidad no ha sucedido nada que tenga que ver con esa frase, que quedará para la posteridad como una perversa mentira, una vacilada, eslogan de campaña que ha permanecido hasta ahora y lamentablemente es una bandera que en nada ayuda a la actual candidata de Morena y sus aliados; otras de las frases emitidas por Andrés Manuel López Obrador han resultado ser también una cascada de ideas y pensamientos huecos que todos los días expresa desde Palacio Nacional o donde circule por el país, tales como: “Primero los pobres”, “Abrazos y no balazos”, “Prohibido prohibir”, “Yo tengo otros datos”, “La venganza no es lo mío”, “No me digan que la ley es la ley”, “No mentir, no robar y no traicionar”, (los tres mandamientos de su discurso de toma de posesión). La verdad es que estamos desilusionados, frustrados, muy molestos y más divididos que nunca. Los medios de comunicación masiva de nuestro país y del exterior han dado cuenta de las múltiples confrontaciones del presidente con todos aquellos que disienten de su forma de gobernar, incluidos organismos de sólido reconocimiento a nivel internacional: el Parlamento de la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos, la Organización Mundial de la Salud, el Banco Interamericano para el Desarrollo, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, varios de los periódicos de mayor circulación y prestigio de los Estados Unidos de América, del Reino Unido, de España, etc. No se diga de los propios medios de comunicación de nuestro país, periodistas, conductores de noticieros, líderes de opinión, que han sido objeto de defenestración, de calumnias y difamación. No entro en materia de todas aquellas acciones negativas que han sido multiabordadas año tras año por diversos y connotados autores y que incluso son narradas en sendos libros que se han vuelto un verdadero boom en nuestro país. Por esas razones de gran peso debemos realmente pensar en lo que significará nuestro voto el próximo dos de junio. Queremos un nuevo país en el que prevalezcan las libertades de una verdadera democracia y es obvio que no queremos una dictadura como la de Venezuela, Cuba o Nicaragua. (*)
(*) Con algunas modificaciones para la versión digital en mi página editorial, con el objetivo de mejorar el texto publicado en el periódico Noticias del sábado 18 de mayo del 2024.
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