¿Seremos eternos biológicamente?
Leí un artículo reciente del Dr. Servando Nava Echeverría en el que dio a conocer una cifra impactante, pues señala que en la evolución de la especie humana han fallecido aproximadamente 130 mil millones de individuos. Yo agrego que la explosión demográfica de los últimos doscientos años y particularmente la de la última centuria no la supera ningún periodo desde que apareció el actual Homo sapiens. Y este proceso dinámico poblacional no se regulará sino hasta muy entrado el presente siglo cuando de los 8,000 millones que actualmente poblamos la Tierra se llegará a la escalofriante cifra de los 10 mil millones, situación que solo ocurrirá si lo permite el mismo ser humano, porque con sus acciones negativas la amenaza de una colosal catástrofe nos puede conducir a la extinción masiva no solo de nuestra especie sino que puede arrastrar a otros miles de especies animales y vegetales que pueblan nuestro planeta.
No olvidemos que los científicos responsables de la medición del tiempo que todavía tenemos para evitar semejante destrucción, nos recuerdan con frecuencia cuánto nos falta para lo que llaman la “hora cero”. La realidad es que los seres humanos no podemos alcanzar, si bien nos va, no más de 100 años de edad, convirtiéndose en “garbanzos de a libra” los que rebasan la centuria. Los obituarios, los datos duros del INEGI en nuestro país producto de la concentración de los fallecimientos que se registran en las actas de defunción, permiten confirmar tales afirmaciones. Lo mismo sucede estadísticamente en todos los países del mundo. Por ello, Records Guinness está al día en cuanto a aquellos individuos, hombres y mujeres que van a la cabeza entre los que han acumulado una mayor edad como sucedió recientemente con un venezolano que vivió toda su vida en el Táchira, estado fronterizo con Colombia; Juan Vicente Pérez Mora, que nacido el 27 de mayo del año 1909 falleció en fecha reciente cuando le restaban dos meses para cumplir los 115 años de edad. Allí también se casó y tuvo 11 hijos con Ediofina García, quien falleció en 1997 tras 60 años de matrimonio. Vivió sus últimos cinco años entre reconocimientos y homenajes, que incluyeron la certificación Guinness, ceremonias locales y distinciones por parte del gobierno. Cuando el Guinness le felicitó en uno de sus últimos cumpleaños, indicó que contaba con 18 nietos, 41 bisnietos y 12 tataranietos. Poco antes, en enero del presente año la española María Branyas falleció cuando había alcanzado esa misma edad. (Agencias Caracas 03/04/2024).Así es que hagamos lo que hagamos actualmente los humanos llegada nuestra finitud, en el último tercio de nuestra vida, cada año que pase nuestra salud física y mental se irá mermando a pasos acelerados y nos cobrará factura el tipo de vida que hayamos llevado en nuestra juventud y edad madura o viviremos una vejez con cierta calidad si tuvimos un comportamiento saludable, pero al fin y al cabo nos alcanzará nuestro fin. En esta situación cabemos todos, pobres y ricos, de todos los estratos sociales, hombres y mujeres, infantes, jóvenes, individuos en la plenitud de su madurez y quienes han alcanzado las últimas etapas de la vida. Es decir, todos vamos a morir finalmente, sin que sepamos cuándo, ni como, ni donde en la mayoría de los casos. Lo bueno es no saberlo lo que nos permite transitar libremente por la vida sin esa terrible preocupación.
El mundo ha emprendido políticas públicas para minar el crecimiento poblacional de alguna manera hacia el año 2,100 pero no es un asunto sencillo de remediar, sobre todo en los países con menor grado de desarrollo. Una realidad inobjetable es que ninguno de los seres humanos que actualmente poblamos la Tierra viviremos dentro de 150 años, con todo y los avances científicos y tecnológicos que se hayan desarrollado en las próximas décadas. Todo lo que se asegure ahora es pura ciencia ficción: crío hibernación, ocupación de otros planetas, modificaciones en nuestro genoma para prolongar la vida, etc. Para la inteligencia humana no hay imposibles, pero hasta ahora no ha podido evitar que avance el proceso de la vejez. Tratemos de ser felices y hacer lo propio con los que nos rodean es mi consejo.
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